lunes, 19 de diciembre de 2022

Navidades blancas... y otras mentiras en la pintura


El arte y el modo en que los artistas han representado la Navidad a lo largo de los siglos ha influido notablemente en cómo la vivimos y celebramos hoy, al menos en los países europeos. Hablo de los paisajes nevados, de los Nacimientos, de los árboles en los salones de las casas, de la mula, el buey, el Niño en el portal, la adoración de los Reyes Magos, de los pastores... y hasta Papá Noel y su trineo de renos. 

Ni que decir tiene que la imagen de las blancas navidades es falsa, una convención, ya que en España, Portugal, Italia, Grecia e incluso Francia, las calles, tejados y ciudades apenas se cubren de un manto consistente de nieve. Pero esa imagen típica y tópica ha acabado asentándose y resulta hasta reconfortante.

En las retinas de todos están los famosos cuadros de la Natividad (que pintó Giotto hacia 1303-1305), la Anunciación de Fra Angelico (1437-1446) o el Paisaje con patinadores junto al castillo, pintado por Hendrick Avercamp (1608-1609). La Adoración de los pastores es asimismo un tema recurrente en el arte europeo, como demuestran desde Bartolomé Esteban Murillo (obra de 1655) hasta Hugo van der Goes.

'La Navidad mística' (Sandro Botticelli).

Otras dos exquisitas obras navideñas de todos los tiempos son 'La Navidad mística', pintada por Botticelli a finales del año 1500. El artista florentino está considerado el exponente de la elegancia y la gracia de líneas del primer Renacimiento, y sus cuadros La primavera y El nacimiento de Venus son mundialmente conocidos. Y la segunda, que me emociona y encandila, es 'La Natividad', de Georges de La Tour, datada en 1640. Este pintor barroco francés perfeccionó un particular juego de iluminación, normalmente a base de velas o candiles, que proporcionan a sus cuadros una profundidad y un misticismo sin igual.  

Al pasar los siglos, numerosos pintores fueron dejando de lado la perspectiva paisajística tradicional y volcándose en la intimidad y la realidad de las personas y de los nuevos tiempos. Por ejemplo, el 
francés Odilon Redon (1840-1916) realizó una interpretación muy personal de La huida a Egipto en el año 1902. Fue simbolista, postimpresionista y precursor del surrealismo, y en su obra mezcla los mitos clásicos, bíblicos y literarios. 

Paul Gauguin (1848-1903) imprime un cierto estilo pastoral en sus paisajes. En su cuadro Noche de Navidad, también llamado 'La bendición de los bueyes' (1894-1898), desmitifica el carácter sagrado de la Navidad poniendo el acento en los animales.

El árbol de Navidad de los animales, de la pintora expresionista Gabriele Münter (1877-1955), reinterpreta el tema navideño. Y Salvador Dalí (1904-1989) produjo en 1946 la obra Navidad, cargada de metáforas, muestra de su fe mística y de su espíritu irreverente. Varios árboles de Navidad en cuyo interior brillan dos estrellas y la suave nevada son referencias directas a la Navidad. 


Otro hecho bíblico que forma parte de la iconografía navideña es la matanza de los inocentes, que Guido Reni (1575–1642) representó en su pintura 'Masacre de los Inocentes', del año 1611. El artista italiano barroco se adhiere aquí al estilo clásico, pero exagera el dramatismo hasta producir un cuadro que se asemeja a una escena teatral. Casi al final de su vida, Reni pintó un curioso 'San José y el Niño Jesús' (1640),  una escena íntima, cargada de sentimiento, alejada de cualquier afectación. 

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