jueves, 24 de agosto de 2023

El sexo en las novelas de Jane Austen

¿Por qué las heroínas de Austen leen?

Jane Austen cumple 247 años… e Inglaterra lo celebra


La escritora inglesa Jane Austen (1775-1817) es uno de los nombres clásicos de la novela de todos los tiempos. Vivió en la época de la Regencia, y su obra se caracteriza por describir con precisión la sociedad rural georgiana, con un estilo irónico y una crítica sin tregua a los hábitos de la pequeña nobleza rural. Es especialmente incisiva e irónica al exponer la sumisión de la mujer, impuesta por un entorno que la condenaba a casarse, si quería salir o no caer en la pobreza.

Así las cosas, el amor o el dinero son las únicas bazas que parecen servir a la mujer para librar un combate por su felicidad, ya que su ingenio, inteligencia y libertad estaban sojuzgados. Bastante a menudo, críticos de todas las épocas han intentado rebajar el mérito literario de Austen tachándola de mera autora romántica y cursi. Nada más lejos de la realidad.

Austen no tapa el sol con los dedos, ni es mojigata o recatada en exceso. Transmite su propia ironía, de modo indeleble, a sus protagonistas femeninas, siempre triunfantes ante la adversidad. Mujeres que conquistan el corazón de hombres ricos y devotos, con los que logran su “final feliz” y hacen realidad el ansiado “...y fueron felices y comieron perdices”. 


EL AMOR TRIUNFA, ¿Y EL SEXO?

El amor triunfa en las novelas de Jane Austen, a menudo de la mano de la inteligencia y la firmeza de carácter, pero ¿qué pasa con el sexo? ¿Hay sexo en las novelas de la célebre autora inglesa? ¿O acaso sus mujeres y hombres sólo aspiran al amor romántico (con suerte), que únicamente se consuma tras el matrimonio?

En el libro What Matters in Jane Austen (Lo que importa en Jane Austen), publicado en 2012, John Mullan, jefe del departamento de Inglés en el University College London y especialista en literatura del siglo XVIII, explora los rituales y convenciones del mundo ficticio austeniano. 


El capítulo 11 está dedicado al tema ¿Hay sexo en Jane Austen? Y sí, queda claro que la escritora reconoce las necesidades sexuales de los personajes masculinos, pero es difícil saber o qué pensar de los hombres con los que las heroínas se emparejan, como el famoso y querido Sr. Darcy.

LIBROS Y PERSONAJES DE AUSTEN CON MÁS SEXO

Hay numerosos ejemplos de sexo, de amor, y de la ecuación amor vs sexo, en los libros de Austen.

 Lydia Bennet y el libertino Wickham. 

-. Tras fugarse, la pareja formada por la atolondrada Lydia Bennet (Orgullo y prejuicio, 1813) y el libertino Wickham mantuvo numerosas relaciones sexuales a lo largo del casi mes que vivieron escondidos, antes de que los hallaran y él aceptara un matrimonio arreglado, que les devolvió a ambos (pero sobre todo a ella) un asomo de decencia, según las convenciones sociales de la época.

-. Al final de La abadía de Northanger (1817), intuimos que Isabella Thorpe se acostó con Frederick Tilney, tal vez pensando que tarde o temprano se iba a casar con ella.

-. En Mansfield Park (1814), Heny Crawford probablemente convenció a Maria Bertram de tener relaciones sexuales.

-. Anne Elliot, la protagonista de Persuasión, es una joven de 27 años (muy mayor para la época para encontrar marido) que se reencuentra con el capitán Wentworth, a quien rechazó cuando ambos eran jóvenes, pese a estar locamente enamorados. Cuando vuelven a verse, les resulta prácticamente imposible mantener una conversación (el equivalente de la época de la Regencia para decir que mantenían una tensión sexual no resuelta).

-. En Sentido y sensibilidad, se cuenta que Willoughby se fugó de Bath con Eliza, de 16 años. Desapareció durante ocho meses antes de que el coronel Brandon, su tutor, la encontrara. De esa indiscreción, la muchacha tuvo un bebé, y ambos fueron "llevados al campo". En este libro, Austen deja claro que la sociedad aceptaba las indiscreciones sexuales de los caballeros y castigaba a la mujeres descarriadas al ostracismo.

-. Robert Ferrars (Sentido y sensibilidad) se casa con Lucy Steel "rápidamente", aduciendo que la quiere, pese a que su elevada posición social desaconsejaba ese matrimonio, y mucho menos, con esa celeridad. Este es un caso de los hombres de Austen que desean esposa por razones que trascienden las finanzas y el lucimiento social.

-. El joven Sr. Bennet (también de Orgullo y prejuicio) debió moverse por un ardoroso amor cuando eligió a la Sra. Bennet, por su belleza. Un error con el que se resignó a vivir.

-. John Knightley (Emma, 1815), hermano menor de George Knightley y cuñado de Emma Woodhouse, está siempre irritado por su esposa, y se plantea abiertamente por qué se casó con ella. La respuesta seguramente es la atracción física, de la que dan fe sus cinco hijos habidos en solo siete años de matrimonio.


EL SEXO EN LA VIDA REAL DE JANE AUSTEN

Como norma no escrita, ningún personaje femenino de Austen practicaría sexo antes del matrimonio, si no concurrieran circunstancias diversas y/o adversas. Sin embargo, eso no significa que el sexo prematrimonial fuera algo inimaginable para Jane Austen; de hecho, incluso sus personajes más naif saben que es una realidad. Hasta Jane Bennett, que se empeña en creer lo contrario ("Mi padre y mi madre temen lo peor, pero yo no puedo pensar tan mal de él"), sabe que esas conductas se producen, y que su hermana corre el riesgo de "ser una perdida". 

Retrato de Jane Austen (Cassandra Austen).

Nos consta que Jane Austen sabía que el sexo antes y fuera del matrimonio sucedía en el mundo real, y era aceptado/tapado según la nobleza/riqueza del hombre involucrado. Así lo prueba una carta que escribió a su hermana Cassandra en 1808. En ella, Jane se refiere al conocido hecho de que una prima lejana, Fanny Austen, se va a casar después de una indiscreción sexual con su prometido. Esta carta, además, muestra una realidad que nunca encontramos en sus novelas: la de dos adultos que libremente entablan una relación carnal porque no pueden esperar a estar casados.

En las historias de Austen, como en todas las novelas del siglo XVIII, el sexo prematrimonial sucede porque una mujer joven cae en manos de un hombre ladino, y no porque el ardor carnal les impulse a ello.

Sin embargo, escritores y lectores sabían que existía, siempre, una capa de silencio e hipocresía que negaba el deseo e independencia de ellas, y a la vez escondía bajo la alfombra las tropelías de ellos.

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