Vuelven los templarios: unas pinturas prueban su presencia en las Landas

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Varias pinturas templarias de finales del siglo XII acaban de ser descubiertas en la iglesia de Saint-Martin en Linxe, en la región de las Landas (Aquitania), en el litoral atlántico francés.

Las pinturas, que representan grandes cruces rojas y árboles de la vida en tonos también rojizos, se hallan bajo las bóvedas, a más de diecisiete metros de altura. Se trata de una decoración muy simbólica y de un descubrimiento raro y excepcional, ya que viene a confirmar la presencia de los caballeros templarios, que eran una orden religiosa y a la vez militar, en la zona de la Landas, y presupone que fueron ellos quienes transformaron la pequeña iglesia románica en una fortificada, donde los habitantes se podían refugiar si eran atacados.

Pinturas de una cruz roja templaria y árboles de la vida, en la iglesia de Linxe.

En los siglos XII y XIII, la principal misión de los templarios era acompañar a los peregrinos que iban a Jerusalén. El hallazgo de estas pinturas en Linxe parece constatar además la existencia de una ruta que vigilaban los templarios para proteger a los fieles del norte de Europa que iban a Santiago de Compostela por la costa atlántica. Todo un avance histórico, ya que esta ruta ha sido cuestionada durante mucho tiempo por los historiadores.

Iglesia de Saint-Martin de Linxe, en la región francesa de las Landas. 

A la trascendencia histórica y artística de estas pinturas hay que sumar el atractivo turístico que pueden tener para el pueblo de Linxe. El alcalde y los amigos de la iglesia de Saint-Martin así lo esperan y están recopilando ya el expediente para solicitar que la iglesia sea clasificada como monumento histórico.

Fachada de la iglesia de Saint-Martin de Linxe (siglo XII).

QUIÉNES ERAN LOS TEMPLARIOS

Su nombre oficial era Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón y fue una de las órdenes monásticas militares católicas más poderosas de la Edad Media, activa durante cerca de doscientos años. 

Fundada en 1118 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns tras la primera cruzada, su propósito era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. Fue reconocida por Garmond de Picquigny, el patriarca latino de Jerusalén, y aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, y desde ahí creció rápidamente en tamaño y poder. 

Los caballeros templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz roja, que simbolizaba el martirio de Cristo. La cruz estaba colocada en su manto sobre el hombro izquierdo, encima del corazón. Además de los miembros militares, existían no combatientes que gestionaban una poderosa estructura económica, una especie de banco primitivo.

Tras la pérdida de Jerusalén, los templarios perdieron apoyo y arreciaron los rumores sobre prácticas secretas de iniciación y culto, brujería, sodomía, etc. En el fondo, asustaba su poder económico. Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden, presionó al papa Clemente V para que persiguiera a los templarios (muchos fueron apresados, torturados y quemados en la hoguera). En 1312, el papa disolvió la orden, pero no pudo evitar que comenzara su leyenda.