Anna Ajmátova, la gran poeta rusa que venció a Stalin
Mujeres de letras tomar: Cabrerizo, Estirado y Quesada
Conocí a Anna Ajmátova, la gran poeta rusa del siglo XX, hace más de dos años en una exposición del Museo Ruso de Málaga, pinacoteca única en España por no poseer colección permanente y ser sucursal del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, que es quien presta las obras. Ahora, por culpa de la guerra en Ucrania, la programación del museo queda en el aire: sigue abierto pero no renovará sus exposiciones, al menos, hasta que concluya el conflicto bélico.
Anna Ajmátova (1889-1966) tuvo una vida difícil y dolorosa que ejemplifica el calvario padecido por numerosos artistas, escritores e intelectuales rusos con la revolución de 1917, la posterior guerra civil, bajo el régimen bolchevique y la ominosa dictadura comunista de Stalin.
Anna nació en una noble familia de origen tártaro, sus padres se separaron pronto y ella estudió derecho, latín, historia y literatura en Kiev y San Petersburgo. Comenzó a escribir poemas a lo once años, pero como su padre se oponía, adoptó el apellido de su bisabuela tártara.Publicó su primer poemario en 1912, titulado La tarde. Ese mismo año nació su único hijo, Lev, y realizó viajes a Italia y Francia, donde conoció a Modigliani, para quien ejerció de modelo. Sin embargo, el estallido de la revolución rusa (octubre-noviembre de 1917), la guerra civil (1917-23) y las calamidades posteriores la convirtieron en una poeta seca, doliente, crítica, incómoda para el régimen comunista, que la degradó y vilipendió.
Es legendaria la historia de Anna haciendo largas colas en las prisiones para llevar noticias y alimentos tanto a su primer marido (lo encerraron y fusilaron los bolcheviques), como a su tercer marido, el historiador del arte Nikolái Punin, que moriría de agotamiento en un campo de concentración, y a su único hijo, Lev, que sobreviviría.
Anna Ajmátova, su primer marido, Nikolái Gumiliov, y su único hijo, Lev (foto de 1913-1916). |
"Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la ha dibujado, pintado, esculpido en yeso y mármol, y fotografiado un sinnúmero de personas, empezando por Modigliani. Los versos dedicados a ella formarían más volúmenes que su obra entera", la describió el poeta Joseph Brodsky, con quien entabló gran amistad al final de su vida.
En San Petersburgo existe un museo literario y memorial dedicado a esta poeta. Se inauguró en 1989, con ocasión del centenario de su nacimiento.
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