martes, 5 de octubre de 2021

Viaje por Francia 2021 (II): Laval, Le Mans, Senlis y cumpleaños en París

(Viene de ‘Viaje por Francia 2021 (I): Bretaña y Mont Saint Michel)


Tras dejar Rennes atrás, el plan de viaje nos apartaba de Bretaña y de Normandía, para conducirnos directos hasta París.

Miércoles, 18 de agosto: Laval, Le Mans y oh la la París

La jornada del miércoles fue larga y cansada, pese a los tan solo 350 kilómetros de distancia por carretera entre Rennes y París. Hicimos dos paradas breves: la primera, para rememorar Vitré (vimos su formidable castillo en 2001) y la segunda, por la misma razón, para admirar el exterior del cercano Chateau de Rochers-Sévigné, la antigua residencia bretona de la escritora Madame de Sévigné, un magnífico palacete del siglo XV en medio de un bosque.

Más larga fue la visita a la encantadora ciudad de Laval, hasta donde fuimos expresamente atraídos por el Museo de Arte Naif y, más concretamente, por el deseo de contemplar los dos cuadros que exhibe de Séraphine Louis (1884-1934), una pintora francesa que me intriga. Mujer casi analfabeta, artista vocacional, murió pobre y loca. Pintaba árboles de carne y hueso, con ojos, inmensos ojos que se abrían en la espesura, vigilantes, comunicando un desasosiego instantáneo. 


Para comer, ese día habíamos programado detenernos en Le Mans y probar suerte en el Albergue de los 7 Platos, un bistrot emblemático de tres pisos, pequeño y bullicioso donde ya 
estuvimos hace años. Tuvimos suerte y pudimos sentarnos en la terraza en la calle. El interior es acogedor y con solera, pero preferimos los exteriores siempre que sea posible. Rillettes, ensalada de queso de cabra y muslo de pato confitado. Delicioso.

Como apenas teníamos tiempo, en Le Mans solo pudimos ver la catedral (vidrieras magníficas en el interior y un curioso dolmen en el exterior) y recorrer un par de calles aledañas, estrechas, de piedra, medievales. 

Tras Le Mans, nos detuvimos en Chartres. Era nuestra tercera visita a esta imponente catedral gótica y su intrigante laberinto. Salimos algo decepcionados por cómo están restaurando las columnas interiores con un color blanco ¿antinatural? Y también disgustados porque el laberinto lo mantienen tapado con decenas de sillas, donde nadie se sienta, y que ocultan los bellos trazos en el suelo de piedra.


Finalmente, llegamos a París antes de que anocheciera. Una ciudad que pisamos por primera vez allá por 1990 y conocemos muy bien, donde mi compañero de fatigas vivió y estudió antes de que existiera el euro. 
Tras ocupar la habitación en el hotel Léopold (Boulevard Raspail, en la zona de Montparnasse) y dejar el coche en el parking concertado (¡25 euros la noche con el descuento!), cogimos el metro hasta Saint Michel. 

Repetimos algunos rituales: avistamiento de Notre-Dame y del Sena, falafel y pita al lado de Saint Severin, cerveza en Le Relais Saint Michel, paseo por Saint Germain des Pres. ¡París! Preciosa, irrepetible ciudad, pese a las restricciones por la pandemia.

Jueves, 19 de agosto: Senlis, Museo Marmottan y amigas


El jueves habíamos programado una jornada museística, que iniciamos yendo en coche a la ciudad de Senlis, a unos 57 kilómetros al norte de París, para visitar el Museo de Arte y Arqueología, que guarda la mayor colección de pinturas de Séraphine Louis, la artista naif francesa que me fascina.

En una amplia sala, varios paneles explican con detalle la vida y estilo de esta mujer autodidacta, cuya obra colorida, enigmática y a ratos alucinada, sigue suscitando todo tipo de interpretaciones. En la tienda del museo compramos dos ejemplares de un libro sobre la vida de Séraphine, varias libretas e imanes, todo con reproducciones de sus cuadros más famosos: El árbol del paraíso, El árbol de la vida, Las grandes margaritas…

Nada más terminar la visita del museo en Senlis, regresamos a París para dejar el coche en el párking, comer en una  brasserie cerca del hotel y en seguida coger el metro para ir a otro museo, el Marmottan Monet, donde nos esperaba la exposición dedicada al pintor Peder Severin Kroyer, titulada 'La hora azul'. Este artista dano-noruego, miembro del grupo de Skagen, me gusta mucho por sus escenas de playa y marineras, que en cierto modo recuerdan a las de Sorolla.

A la siete de la tarde, habíamos quedado con una amiga parisina para cenar, Sibylle,  y, cuál no sería nuestra sorpresa, cuando la fuimos a recoger a su oficina y allí nos esperaba otra amiga, Paola, recién llegada desde su casa en Luxemburgo. Ambas, amigas de mi compañero de fatigas desde el año 1989. ¡Ahí es nada! Cenamos en un bistrot bullicioso, charlamos, reímos, bebimos vino, después paseamos y tomamos una copa en una terraza. Un alivio comprobar que tras (o en medio) de la pandemia es posible el reencuentro gozoso y lleno de cariño.

Viernes, 20 de agosto: Mi segundo cumpleaños en París


Día de relax premeditado por ser mi cumpleaños, el segundo que celebraba en París (el primero fue el 20 de agosto de 2008, el funesto día del accidente del avión de Spanair), que empezó con desayuno obligado en Le Départ Saint-Michel para después separarnos: mi compañero se marchó de librerías, yo a deambular por la iglesia de Saint Severin; bordear Notre Dame, ya que no se puede entrar por el terrible incendio; el Chatelet, la orilla derecha del Sena… hasta toparme con una terraza semivacía al borde del río justo debajo del Pont Neuf y viendo de refilón la estatua ecuestre de Enrique IV (el Verde Galán).

A la hora de la comida, mi compañero y yo nos reunimos para ir a llenar el estómago a Au Pied de Cochon. Tuvimos la suerte de encontrar una mesa en la terraza en la calle, y acertamos al elegir ostras y ancas de rana (mi compañero), tabla de quesos y cazuela de mejillones, para compartir.

Después de la comida, reemprendí mi deambular sin rumbo fijo, tan solo disfrutando de estar y sentirme viva en una ciudad que amo y que conocí hace mucho tiempo, en mi segunda salida al extranjero. El paseo me llevó hasta el museo Pompidou, las callejuelas del barrio del Marais, la isla de Saint Louis, el interior de la librería Shakespeare & Co., y Saint Germain des Pres.

La cena de cumpleaños la celebramos en el barrio de Mouffetard, en el restaurante L’Epoque, el mismo donde festejamos mi otro cumpleaños, el del año 2008. La guinda del pastel en esa noche fue un largo paseo por la Sorbona, el Panteón, el museo de Cluny, precisamente los primeros lugares que conocí en mi primer contacto con la ciudad de la luz y el amor.

(Sigue en Viaje por Francia 2021 (III): Troyes, Dijon y Autun)

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