(Más sobre La gran belleza)
La revista La gran belleza llega a su décimo número y continúa sorprendiendo por su vitalidad pese al tiempo difícil que nos toca vivir. Y es que de dificultades saben mucho sus impulsores, editores y copropietarios, que somos un poco todos, ya que la revista nació y se mantiene básicamente por crowfunding.
Aunque apareció con la intención declarada de ser una publicación "efímera", los 10 números que acaba de cumplir dejan bien a las claras que es perdurable. La gran belleza, dicen sus editores, nunca será digitalizada, cada entrega trimestral se compone de 500 ejemplares, numerados a mano, y en esta décima entrega, bajo el paraguas temático de Vecinos, participan 25 artistas.
Presentación en Madrid del nº 10 de 'La gran belleza'. |
Tal como desglosa Carmen Estirado, directora editorial de la revista, en esta ocasión la publicación habla de “esta vida en comunidad que quizá este año más que nunca hemos empezado a ver".
Y en el editorial recuerda: "No es exactamente que compartamos intimidad. No al menos de una manera intencionada. Menos aún de una manera veraz. Pero estos recovecos de semirrealidad en los que está permitida la narrativa son una oda a la creación".
Carmen Estirado, directora editorial de la revista 'La gran belleza'. |
La gran belleza tiene siempre el
siguiente formato: diez relatos, diez ilustraciones, una fotografía y un poema.
Además, incluye un suplemento para niños en forma de origami.
Este número décimo se inicia con el relato Los nuevos, cuyo autor es el escritor argentino Marcelo Luján (@marceloymarcelo) e ilustrado por Pablo Gallo, en el que la historia se desencadena por un virus que intuimos es el de la rabia, y acaba aderezada con rastros y restos que recuerdan inevitablemente a la tradición vampírica literaria.
Le sigue Mi casa y yo, firmado por Esther Gago e ilustrado
por Elena Niñavieja,
donde la casa es a la vez prisión y salvación.
Me gusta mucho Y los ahogados, de Fernando Clemot, con ilustración
de Vane Julián, un relato escrito de un tirón,
sin puntos y aparte, ni siquiera un punto y seguido; un torrente de palabras,
interrogantes, afirmaciones y negaciones que se entrecruzan en un discurso
impecable. “En realidad vivimos en el fondo de un océano de aire (…) el
verdadero océano lo tenemos sobre nuestras cabezas y que el otro no es más que
aguas muertas, charcas llenas de cieno y delirio”.
No voy a desvelar aquí todos los argumentos de las diez historias, baste con decir que todos los autores, sus relatos y las ilustraciones merecen -y mucho- la pena.
Hombre rata, obra de Daniel Marín y con ilustración de Cisco Espinar.
Una caja en el pasillo, escrito por Mariano Borjes, ilustrado por Fernando Parrilla.
Maternidades, escrito por Arancha Sanz, ilustrado por Judith con H.
Los de arriba, escrito por Ernesto Tancovich, ilustrado por Iván Ordás.
Llamadme Sam, escrito por Antonio Jesús Gómez, ilustrado por Andréa Vienne.
La consulta, escrito por Júlia Mérida Colí, ilustrado por Elisa Botticella.
Rezo, risa, Marta, pájaro, escrito por Isabel González, ilustrado por Ana Alonso.
Además, el número cuenta con una acuarela partitura para improvisación musical, por Lorena Matsuki, un poema de Miriam Robles y una fotografía de María Estirado.
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