Los griegos creían que
los huesos de dinosaurios y mamuts eran huesos humanos, reliquias de un tiempo
en el que los hombres eran gigantes. En Gran Bretaña e Irlanda, se decía que las
amonitas eran serpientes convertidas en piedra por Santa Gilda o San Patricio, y
que las colas de los trilobites eran mariposas que Merlín había petrificado.
A
los fósiles se les atribuía poderes especiales como proteger contra el veneno,
los relámpagos y los espíritus malignos. Fue así cómo, durante muchos cientos de
años, los hallazgos de fósiles fueron alimentando la mitología popular en
prácticamente todo el mundo.
En el siglo XVII se descubrió al fin que los
fósiles tenían un contexto biológico y podían explicar el origen de la vida, lo
que desató, en los dos siglos siguientes, una verdadera locura por encontrarlos,
desenterrarlos y coleccionarlos.
La mayoría de los fósiles que Mary Anning descubrió se encuentran
exhibidos en museos británicos, fundamentalmente en el Museo de Historia Natural de Londres, donde tuve ocasión de admirarlos varias veces hace ya diez
años, durante mi estancia de seis meses en la capital del Támesis como
estudiante de inglés.
La historia novelada de Mary Anning puede leerse en el
libro Criaturas extraordinarias (en español, 'Las huellas de la vida'), de Tracy Chevalier, autora de otras
historias tan famosas como La joven de la perla o La dama del unicornio.
Mi diminuta colección de fósiles. Tengo
en casa una minúscula colección de fósiles que consta exactamente de dos piezas,
que compré en un puesto en el mercadillo de Portobello Road. El ejemplar más
antiguo es un trilobite Elrathia Kingii, que procede del yacimiento
estadounidense de Utah y tiene 520 millones de años. Es muy pequeño, parecido a
una cochinilla, aunque también existen trilobites grandes como platos, otros del
tamaño de un camarón e incluso menores que un guisante.
Los trilobites eran
seres que vivían en todo tipo de aguas, hasta en las muy profundas sin luz. Su
anatomía demuestra que estaban emparentados con las arañas y los escorpiones.
Aparecieron de forma súbita en el período Cámbrico inferior, hace unos 540
millones de años, y son quizá los animales más perdurables de todos los
prehistóricos.
En Portobello Road compré también una amonita dactylioceras incompleta, de
170 millones de años, hallada en Whitby (Reino Unido), que durante el Jurásico
era el hogar tropical de cientos de criaturas, entre ellas las amonitas, que son
hoy día el grupo más numeroso de fósiles.
Amonita incompleta (170 millones de años). |
Las amonitas se extinguieron a la vez que los dinosaurios, hace 65 millones de años. Tenían cierto parecido con los calamares y vivían en el interior de conchas con forma de espiral. Unas conchas que crecían constantemente conforme el animal se hacía adulto y que podían alcanzar el tamaño de la rueda de un camión.
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