sábado, 13 de junio de 2020

Pintoretto y el robo del tres de mayo: misterio en el Prado

(Más sobre Maite Cabrerizo)
Firma invitada: Luis Fermín Moreno
Autor del poemario 'En ángulo muerto'

¿Qué ocurre en el Museo del Prado cuando cierra sus puertas? Pues lo que cualquiera podría pensar: que los personajes de las pinturas aprovechan para estirar las piernas anquilosadas después de tantas horas de exposición, charlar entre ellos, correr por las salas vacías, reír y jugar… O dormir y recuperar fuerzas para otro día de inmovilidad. 


Solo unos pocos iniciados están al tanto de este mundo secreto nocturno. Que se sepa, un hombre viejo y calvo, de sobrenombre Anticuario, y su no-hermano, Cojometálico, al que un cocodrilo arrancó una pierna en el Amazonas. Hasta ahora. Porque la intrépida periodista Maite Cabrerizo, autora de Un buey enorme pisa mi lenguay su hermano Kepa han destapado el asunto. 
Maite Cabrerizo, periodista y escritora.
Un hecho de hace unos años que bien pudo acabar en una tragedia mundial. Nos lo cuentan en el libro Un misterio en Madrid: Pintoretto y el robo del tres de mayo (Ediciones La Librería, 2007). Una historia con todos los ingredientes necesarios para que no dejes de leer: ldesaparición del famoso cuadro de Francisco de Goya, del que escapa don Pedro de Madrid, su personaje principal; y una pandilla de detectives liderados por Pintoretto, un niño que vive en el museo porque su padre trabaja allí. 

Encontramos también a la infanta Margarita y sus enanos María Bárbola y Nicolás Pertusato, que bajan de Las meninas para ayudar; políticos y empresarios corruptos; fieras de carne y de piedra repartidas por la ciudad; y hasta una belleza sueca que intenta medrar. 


Y todos ellos dando vueltas por un Madrid lluvioso, que también nos muestra sus secretos: del Palacio de Linares al subsuelo de la Casa de Correos en la Puerta del Sol, jugando al gato y al ratón por las corralas del Rastro, el Retiro, la Plaza Mayor o el Palacio Real. 




Por supuesto, resuelven el misterio y recuperan el cuadro. No desvelamos nada que no se sepa: la pintura se sigue viendo en el museo. Y no diremos cómo.

Lo mejor de todo es que al final hay un leve roce de manos que presagia una historia de amor. Habrá que esperar a que los hermanos Cabrerizo se animen a contárnosla.

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