jueves, 22 de noviembre de 2018

Tamara de Lempicka: el glamur más transgresor


(Más pintoras excelentes: Séraphine Louis y Hilma af Klint)

Tamara de Lempicka (1898-1980) fue una mujer y una artista transgresora, una trabajadora incansable que podía pintar durante doce o catorce horas diarias, pero también la imagen misma del glamur y la frivolidad; un nombre asiduo en los periódicos de los años veinte y treinta; un rostro que reinaba en las revistas de moda y belleza; un personaje que encandilaba a los cronistas de sociedad del periodo de entreguerras.
´Las muchachas jóvenes' (Tamara de
Lepicka, 1930). Hasta el 24 de febrero,
en el Palacio 
de Gaviria de Madrid. 
En sus cuadros, esta pintora y fotógrafa de origen polaco (viajera que recorrió el mundo hasta asentarse en México, donde murió) retrató a la adinerada burguesía de la época y dejó constancia de la progresiva decadencia de la aristocracia. Como mujer y artista, defendía el hedonismo, las fiestas, el desenfreno y la libertad sexual. Su propia vida fue el mejor escaparate de todo ello. El Palacio de Gaviria de Madrid le consagra hasta el 24 de febrero la muestra Tamara de Lempicka. Reina del art déco, una de las citas imprescindibles del calendario museístico de este otoño-invierno.
Organizada por la empresa de gestión cultural Arthemisia, esta exposición reúne unas 180 obras procedentes de más de 40 colecciones privadas y museos. Todo un lujo, teniendo en cuenta que la gran mayoría de la producción artística de Lempicka está en manos privadas, y las escasas piezas que existen en museos apenas se enseñan.
'El echarpe azul' (Tamara de Lempicka).
Ingresar en el universo de Tamara de Lempicka supone adentrarse en un mundo más bello, indolente y libre: el espacio personal decorado por una artista fascinante, quizá la mejor representante del art déco, movimiento que destacó por sus motivos geométricos, colores brillantes y formas rotundas. Los cuadros de Lempicka siguen este patrón inconfundible: una especie de bajorrelieve con una o dos figuras de volúmenes poderosos que llenan todo el campo del lienzo, hasta el punto en que, a veces, la cabeza está cortada por el borde superior.
Mujer joven en una columna
cuadrada. Detalle (Tamara
de Lempicka).
Nunca ocultó sus amores femeninos, pese a casarse dos veces, y en la exposición del Palacio de Gaviria se exhiben varias obras que son un homenaje a las relaciones lésbicas: Las muchachas jóvenes (1930), Sa tristesse (1923) o La hermosa Rafaela (1927). En sus pinturas, combinaba el estilo escultórico clásico con el cubismo. Solía escoger como protagonistas a mujeres de un gran atractivo físico, emancipadas y de enorme magnetismo, vestidas a la moda y de mirada lánguida y sensual; más parecidas a actrices de Hollywood que a personas de carne y hueso.
Los cuadros de Lempicka dan fe de que era una gran estudiosa de la pintura italiana de siglo XV y de la flamenca del siglo XVII, periodos que admiraba. Sus influencias principales eran Botticelli y Bronzino, el retrato manierista y el cubismo, según sabemos por ella misma y por el consenso de los expertos en su obra.
Entre los cuadros de esta exposición sobresale el titulado Las muchachas jóvenes, del año 1930, donde aparecen dos chicas en un sensual abrazo, recostadas sobre un fondo de rascacielos de Nueva York. Es un lienzo que no se exponía desde 1994 y puede decirse que es la imagen icónica de esta exposición.

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