martes, 6 de febrero de 2024

Momias y otros restos humanos en el British Museum

Momia de Cleopatra, esplendor y misterio en el British Museum

Historia del mundo


Entre las vitrinas y espacios de exhibición de los museos del mundo entero hay restos humanos, pero pocos los tienen tan catalogados y con tanta información disponible como el British Museum de Londres.


El vetusto edificio de la calle Great Russell es una venerable institución, inabarcable con sus miles de salas repletas de antigüedades y obras orientales, egipcias, griegas, etruscas, romanas, chinas y de todos los rincones de Europa, Asia, Oceanía y las Américas. Posee más de 8 millones de objetos repartidos en más de 50.000 metros cuadrados, equivalentes a 13,5 hectáreas.


Entre tantas creaciones humanas, testigos de las civilizaciones más conocidas de la historia del planeta, el British Museum guarda más de 6.000 restos humanos, distribuidos en varios departamentos de exposición e investigación.




Restos humanos que gestionan, según dicen, “con ética, respeto y dignidad, en aras de proteger la colección en beneficio de las generaciones presentes y futuras”. La razón que ofrecen  para exhibir esas calaveras, huesos, dentaduras, cuerpos momificados naturalmente, momias egipcias de hombres, mujeres y niños, instrumentos hechos con huesos humanos, etc, es “brindar la oportunidad de observar cómo concebían la muerte y se desprendían de los restos de sus muertos en las sociedades antiguas”. 


Entre las piezas exhibidas están la momia de una sacerdotisa llamada Tjentmutengebtiu, de entre 25 y 40 años, que se muestra en una carcasa de cartón y posee el rostro dorado (imagen superior, tumbada).


Otras dos momias reseñables son las de una mujer llamada Tayesmutengebtiu, encerrada en su cartonaje original, que ha sido identificada por las inscripciones. Se sabe así que murió en torno al año 900 a.C. y pertenecía a la vigesimosegunda dinastía. 




En la foto de la derecha, otra momia de mujer, Katebet, que ha llegado hasta nosotros con su máscara pectoral y ornamentos originales. Fechada entre el 1300 y 1280 a.C. y perteneciente a finales de la decimoctava dinastía o principios de la decimonovena.


Los curadores y autoridades del British Museum argumentan que el estudio científico de restos humanos de sitios arqueológicos proporciona información única sobre las vidas antiguas. “El análisis de los restos humanos de la colección del museo ayuda a avanzar en importantes investigaciones en campos como la arqueología, la antropología social, la biología humana, la historia de las enfermedades, la paleoepidemiología, la bioarqueología, la antropología física y la genética”, explican.



Así justifican por ejemplo que posean esta corona de guerrero (foto superior), que se llevaba directamente sobre la cabeza y, cuando fue descubierta, todavía tenía restos de cabello humano en su cara interna. Ahora la exhiben sin el cráneo.

La controversia está servida: ¿es ético o al contrario, reprochable, el poseer y exhibir restos humanos en aras del conocimiento y la investigación? Para las autoridades del museo londinense, no hay duda: “Este análisis científico ofrece información que otras fuentes arqueológicas normalmente no proporcionan, como la edad en el momento de la muerte, enfermedades antiguas, dieta, genética y prácticas funerarias pasadas”. 


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