miércoles, 29 de noviembre de 2023

​​​​Un regalo alcottiano

 ​​​​Mujercitas en el cine (I) y (II)

Hawthorne entre los trascendentalistas


Firma invitada:
Luis Fermín Moreno

 

Los clásicos de verdad nunca dejan de sorprenderte. Sobre todo, si fueron dejando textos “escondidos” que, siglos después, aparecen para deleite de sus amantes. Es el caso de Louisa May Alcott. La autora de, entre otras obras, Mujercitas, nació, al igual que su padre, el filósofo y pedagogo trascendentalista Bronson Alcott, tal día como hoy. Aquella, en 1832. Él, en 1799. Y casi como un regalo de cumpleaños nos ha llegado estos días el descubrimiento de -¡nada menos!- siete cuentos, cinco poemas y una obra de no ficción, firmados por E.H. Gould, que podrían ser suyos.

Louisa May Alcott, a los 25 años.

No es el primer pseudónimo que se le conoce. En 1942, su biógrafa Madeleine Stern descubrió que la autora de varios relatos góticos firmados por A.M. Barnard y publicados en periódicos. Con muy buena lógica, pensó que si Mujercitas se basaba en su vida real, los cuentos sensacionalistas que escribía su protagonista, Jo March, también serían un reflejo de la realidad.

No se equivocaba. Pero, a diferencia de Jo, que acaba arrojando sus historias melodramáticas a la basura, Louisa las escribió durante toda su vida. Desde aquel primer hallazgo, han salido a la luz muchas más, publicadas de forma anónima, con el mismo u otros pseudónimos e incluso inéditos. Entre otros, Alcott usó también para firmar los nombres de Flora Fairfield, Tribulation Periwinkle o, simplemente, L.M.A.

Y algunos quedan todavía por encontrar. Una de ellas es la que ha llevado al profesor Max Chapnick, de la Northeastern University a hallar los nuevos textos. En un listado que Louisa hizo de sus obras aparece una, El fantasma, que no ha aparecido aún. Buscándola, se topó con un relato del mismo título firmado por E.H. Gould. Se dio cuenta de que había varias pistas que apuntaban a Alcott como autora. No sólo el estilo; se trata de una parodia/imitación de Cuento de Navidad, de Charles Dickens, escritor al que reverenciaba.


Luego salieron otras historias de Gould con más pistas. En una de ellas, el personaje principal se apellida Alcott. Otra se titula The Wayside, el nombre de la casa de Concord (Massachusetts) en la que vivió su familia, que luego fue de otro vecino ilustre, el novelista Nathaniel Hawthorne. Todas ellas son obras de juventud, escritas a finales de la década de 1850 y principios de la de 1860 en el semanario bostoniano The Olive Branch.


De todos modos, Chapnik aún no ha encontrado la prueba irrefutable que demuestre la autoría de Louisa. En su legado de diarios y cartas no hay mención al nombre Gould. Pero ya hay toda una comunidad de estudiosos alcottianos a la caza. De esa prueba y de más historias de la lista de Alcott o mencionadas en sus cartas y diarios que todavía no permanecen ocultas.


Los clásicos no decepcionan.



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