[Viene de Viaje por Francia (I) y sigue Viaje por Francia (II)]
El viaje de vacaciones por Francia discurría según lo previsto, y el sábado tocaba despedirnos de París.
Sábado, 21 de agosto: Parada en
Troyes y llegada a Dijon
De París a Troyes hay unos 180
kilómetros por carretera, que tardamos algo más de dos horas en recorrer. Habíamos planeado
una corta parada para ver la catedral y buscar un restaurante típico donde mi
compañero pudiera degustar las andouillettes de Troyes (embutido
elaborado con intestinos gruesos y tripas de cerdo al que se añade cebolla, sal
y pimienta).
La catedral de Troyes es espectacular, un gótico muy luminoso y columnas sorprendentemente robustas. Las calles que la rodean, pintorescas, estrechas y con edificios de bonitas fachadas con trenzado de madera, algunas muy coloridas. Comimos en una céntrica plaza junto a una iglesia.
Iglesia de Notre-Dame de Dijon (Francia). |
Llegamos a nuestro siguiente destino, Dijon, sobre las seis de la tarde. Era nuestra segunda vez en esta ciudad, la capital de Borgoña, que nos recibió con amenaza de lluvia. Tras dejar el coche en el párking público Trémouille-Marché, concertado con nuestro Hotel des Halles, salimos a pasear, y en seguida nos reencontramos con la iglesia de Notre Dame (siglo XIII), su abigarrada fachada de gárgolas y su reloj Jacquemart, que fue capturado por el duque de Borgoña a una ciudad belga en 1382 y al que se han ido añadiendo figuras con el paso de los siglos. Da las campanadas cada hora.
A cinco minutos caminando, el palacio de los Duques de Borgoña, que se abre a la plaza de la Liberación, amplia y en forma de elipsis, auténtico corazón de la ciudad. Tomamos un vino en una de las terrazas mientras atardecía. A pesar de que el cielo comenzaba a tronar, decidimos arriesgarnos a dar un paseo nocturno. Varias calles del centro histórico son peatonales, lo que hace muy agradable cualquier recorrido.
Fuimos por la calle de la Libertad (arteria de la ciudad y el eje comercial) hasta la catedral y el barrio de la estación (en busca de nuestro antiguo hotel, que ya no existe), y de vuelta hacia la zona del mercado (Les Halles), repleto de bares, restaurantes y tabernas. Aunque empezaba a chispear y se oían truenos, decidimos sentarnos en una terraza a tomar unos vinos. A la media hora, la lluvia era torrencial, y todos los clientes tuvimos que meternos dentro del local, desafiando cualquier precaución anti-Covid. De perdidos al río: pedimos una tabla de quesos y otros vinos, y allí estuvimos hasta que la tormenta amainó.
Domingo, 22 de agosto: Museos, iglesias y vinos en Dijon
Famosa por la mostaza y el vino, Dijon es una ciudad con bastante interés, como la colección del Museo de Bellas Artes, que exhibe pintura y escultura en un entorno privilegiado: el interior del magnífico palacio ducal, reconstruido en los siglos XIV y XV, aunque en ese enclave existían edificios precedentes que se remontaban hasta un castro galorromano.
Tumbas de Juan Sin Miedo, su mujer y Felipe el Atrevido (Museo Bellas Artes, Dijon) |
El Palacio de los Duques de Borgoña (además del museo, también alberga el ayuntamiento) es una joya artística y arquitectónica, con las impresionantes tumbas de Juan sin Miedo y su mujer, Margarita de Baviera (en primer término de la foto superior), y la de Felipe el Atrevido (detrás). Todo el conjunto palacial está presidido por la torre de Felipe el Bueno (siglo XV), de 46 metros y la de mayor altura de Dijon.
'Cour de Bar' del Palacio de los Duques de Borgoña (Dijon). En el centro, antiguas cocinas. |
En la oficina de turismo proporcionan un folleto para visitar a pie la ciudad, un recorrido señalado en el suelo con una lechuza. Es una figura de piedra que hay en la fachada de Notre Dame, y durante siglos se ha considerado que tocarla da buena suerte.
Tenía muchas ganas de volver a entrar en el Museo Magnin, pequeño y poco conocido, de hecho, las dos veces lo he visitado casi sola, pero le tengo un cariño especial. Se trata de un hotel particular, una mansión privada del siglo XVII donde Maurice Magnin dispuso su colección artística sin orden cronológico ni reglas fijas. Hoy alberga unas 2.000 obras reunidas a lo largo de su vida por la familia Magnin, ordenadas según escuelas (pintura italiana, escuelas del norte…).
Un café y un rato de reposo en la
terraza al sol frente al Museo Rude (cerrado por obras) antes de adentrarnos en
la iglesia de San Miguel. Me maravilló de nuevo su espectacular fachada y su
mezcla de estilos: renacentista en la parte media de la portada, y con
elementos góticos en la franja inferior. Muy luminosa y estilizada.
La catedral de San Benigno (siglo
XIII) fue la última parada turística del día. Aunque parte de la fachada está
cubierta por andamios y lonas, se puede admirar el tejado tradicional borgoñón
con teja vidriada. El interior es asombroso, pero la lástima es que la cripta
estaba cerrada y no pudimos ver la rotonda subterránea.
Unas cervezas con ensalada y
quesos en la plaza de la Liberación, viendo a los niños salpicarse con el agua
que sale en chorros del suelo, puso fin al domingo.
Lunes, 23 de agosto: Excursión a
Autun y Chateauneuf
Iniciamos la semana desayunando y haciendo algunas compras sin prisa en Dijon. Ese día solo teníamos en la agenda ir hasta la cercana ciudad de Autun (86 kilómetros) para ver la catedral y, sobre todo, el Museo Rolin. Así lo hicimos, y por una vez, comimos en horario europeo, en la terraza frente a la catedral, arrullados por el sonido del agua en la fuente.
La milenaria ciudad de Autun alberga en su catedral románica (siglo XII) las reliquias de san Lázaro. De hecho, Lázaro y sus hermanas Marta y María presiden el parteluz del pórtico de la catedral, aunque hay que advertir que las tres esculturas que reciben al visitante en un lugar tan prominente son del XIX, pese a que la catedral y casi toda la fachada sean románicas.
La casa natal del canciller Rolin (una especie de primer ministro del duque de Borgoña Felipe el Bueno) es una visita inexcusable en esta pequeña ciudad. Convertida hoy en el Museo Rolin, merece la pena por las obras de arte que exhibe, pero sobre todo, por el edificio en sí mismo. Muy bien contextualizadas, con carteles explicativos, las pinturas y esculturas se disfrutan doblemente. Me encantaron el relieve La tentación de Eva y el mosaico El triunfo de Neptuno, de época galorromana.
Antes de marcharnos de Autun, dimos un paseo para ver las murallas galorromanas, que me parecieron menos espectaculares de lo que pregonan las guías turísticas, y tomamos un te en la agradable plaza bajo los árboles junto al párking público. También aprovechamos para comprar vino, patés de sardinas, mostazas y rillettes de foie para regalar.
De vuelta hacia Dijon, nos detuvimos en el pueblo de Chateauneuf-en-Auxois, una especie de Pedraza a la francesa, muy pintoresco y arracimado en torno al castillo-fortaleza, que perteneció a los Duques de Borgoña. Todas las calles y casas son de piedra, con algunas mansiones medievales de fachadas ricamente esculpidas y luciendo escudos señoriales.
Caía la noche y hacía frío, pero aun así, nos sentamos en la terraza de la tienda-restaurante La Boutique des prés verts, a tomar un vino con una degustación de aperitivos: aceitunas de Kalamata, chips de garbanzos y anacardos.
Castillo de Chateauneuf-en-Auxois (Borgoña, Francia). |
(Sigue en Viaje por Francia 2021 (y IV):Arlés, Saintes Maries y Barcelona)
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