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La ciudad de Trujillo, en la provincia de Cáceres, es un lugar magnífico para hacer una escapada de fin de semana desde Madrid, visitar su casco histórico monumental todo forrado de piedra, recorrer la muralla medieval, subir hasta el castillo y sorprenderse gratamente con los restos de la antigua alcazaba árabe sobre la que éste se erigió. Las calles del centro, estrechas y empinadas, cuentan la historia de una ciudad que fue poblado romano, que gozó de esplendor en la Edad Media y luego eclosionó en el Renacimiento al convertirse en cuna de conquistadores, ya que allí nacieron, entre otros, Francisco Pizarro, conquistador de Perú, y Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas.
Todo Trujillo se ha de visitar andando: las iglesias, la Torre del Alfiler, la alberca romana, los palacios y mansiones que construyeron los indianos con el dinero que se trajeron desde las Américas. La plaza Mayor, corazón de la ciudad, es renacentista y está rodeada por soportales en su mayor parte. La preside una imponente estatua ecuestre de Pizarro, que esculpió en bronce, por su cuenta, el estadounidense Charles Cary Rumsey y que acabó aquí porque su mujer la donó a la ciudad.
Para disfrutar de un buen vino de la tierra y ver pasar la vida, nada mejor que los mesones y restaurante que bordean esta plaza. Uno de los más concurridos es el restaurante Nuria, con cocina casera a precios muy asequibles y una amplia terraza donde coger sitio en hora punta es muy difícil. También el mesón La Cadena ofrece buena cocina y estupendas vistas desde su terraza a pie de calle. Y el más famoso, el mesón La Troya, con cocina regional y de mercado extremeña.
Plaza Mayor de Trujillo. Al fondo, estatua de Pizarro y la iglesia de San Martín.
Visitas imprescindibles para mí son la bonita iglesia de San Martín de Tours (siglo XIV) y la más imponente iglesia de Santa María la Mayor, con más de 700 años de antigüedad, un precioso retablo del siglo XV y unas torres desde las cuales se disfruta de una vista envidiable.
También el castillo (siglos IX-XII), que primero fue alcazaba construida en la parte más alta de la ciudad y cuyos restos más antiguos son dos aljibes árabes. En el exterior del castillo, varias piedras de gran tamaño (berrocales) forman el monumento a Francisca Pizarro Yupanqui (1534-1598), hija de Francisco Pizarro y de una princesa inca, que pese a ser ilegítima, fue reconocida como heredera del conquistador y falleció en Trujillo. Es conocida como la "primera mestiza" de Perú.
La muralla medieval es otro recorrido indispensable: sobreviven cuatro puertas de las siete originales y 17 torres rectangulares. Cerca de la iglesia de San Andrés existe una alberca-aljibe árabe del siglo XII, un depósito de agua de 11 metros de profundidad. La casa-museo de Pizarro y el Museo de la Coria son otros interesantes lugares para visitar por dentro.
Los escudos en fachadas, las flores en casas y calles, los árboles frondosos y los jardincillos abundan en cualquier ruta a pie por la Trujilo medieval trocada en renacentista. Una parada muy recomendable es la terraza del hotel Mirador de las Monjas justo a los pies del castillo, un entorno con vistas privilegiadas donde los no clientes también pueden desayunar, comer, cenar o simplemente tomar una cerveza o un café. Este hotel, muy recomendable, se puede reservar en plataformas online, pero si llamáis directamente a los propietarios os harán el mismo descuento... incluso más.
Como consejo práctico, si para alojaros en Trujillo elegís un hotel dentro del casco histórico, procurad que disponga de parking, de modo contrario, será imposible aparcar. Fuera del recinto amurallado se aparca sin problema, y solo tardaréis diez minutos en llegar andando a pleno centro. Todo en Trujillo está cerca, pero hay que lidiar con las empinadas cuestas. Quien algo quiere…
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