(Más sobre Natalia Ginzburg)
Firma invitada, Luis Fermín Moreno
Una escritora feminista que junto a sus amigos Cesare Pavese (1908-1950) y Giulio Einaudi (1912-1999), además de su primer marido, Leone Ginzburg (1909-1944), participó en la fundación y desarrollo de la editorial Einaudi. Cuando murió, en 1991 en Roma, Ginzburg tenía 75 años y había publicado diez novelas, cuatro obras de teatro y siete libros de ensayo.
1.- SAGITARIO reúne tres novelas breves y se inicia con la titulada Así fue, que se publicó originalmente en 1947 y es un relato en primera persona donde la protagonista cuenta los motivos que la llevaron a asesinar. Una historia de amor imperfecto y doloroso, de destrucción y anulación individual.
Comienza así:
“-Dime la verdad –le dije.
-Qué verdad –dijo, mientras dibujaba algo deprisa en su cuaderno
y me enseñaba lo que era, un tren muy largo con una gran nube de humo negro y
él asomado a la ventanilla y saludando con un pañuelo.
Le disparé entre los ojos.
Estas pocas frases sirven perfectamente de presentación al libro y revelan cómo leer a Ginzburg implica navegar por un mar de detalles insignificantes, sumergirse en procelosas descripciones de la más simple cotidianidad, con los que la autora disecciona la vida íntima y privada de personajes femeninos y masculinos, las preocupaciones anodinas de las madres de la época, poniendo marco al costumbrismo italiano de posguerra.
2.- EL CAMINO QUE VA A LA CIUDAD (1942) es la primera novela que publicó, cuando tenía sólo 25 años. Es una obra primeriza, y se nota, pero con todo, la historia de Delia y su afán por escapar de su hogar no decepcionan.
La escritora y ensayista Natalia Ginzburg (1916-1991). |
Comienza así:
“El Nini vivía con nosotros desde que era pequeño. Era hijo de
un primo de mi padre. Se había quedado huérfano y habría debido vivir con su
abuelo, pero el abuelo le pegaba con una escoba y él se escapaba y venía a
nuestra casa. Hasta que el abuelo murió y entonces le dijeron que podía
quedarse con nosotros.
Sin el Nini éramos cinco hermanos. Mayor que yo era mi hermana
Azalea, que estaba casada y vivía en la ciudad. Detrás de mí venía mi hermano
Giovanni, después estaban Gabriele y Vittorio. Se dice que una casa en la que
hay muchos hijos es alegre, pero yo no encontraba nada alegre en nuestra casa.
Esperaba casarme pronto y marcharme como había hecho Azalea”.
Los párrafos con los que se abre la novela nos introducen en esa manera de narrar tan característica de Ginzburg, consistente en dosificar el distanciamiento y la complicidad con sus personajes, de un modo natural y sencillo.
Natalia Ginzburg en 1988, tres años antes de morir. |
3.- QUERIDO MIGUEL (1973) es otra novela cuyo principio atrapa sin que nos demos cuenta:
Comienza así:
“Una mujer llamada Adriana se levantó de la cama en su nueva
casa. Estaba nevando. Aquel día era su cumpleaños. Cumplía cuarenta y tres. La
casa estaba en pleno campo. A lo lejos se veía el pueblo sobre una pequeña
colina. El pueblo estaba a dos kilómetros. La ciudad a quince. Hacía diez días
que la mujer se había venido a vivir a esta casa. Se puso una bata de encaje
color tabaco.
Metió los pies, largos y flacos, en unas pantuflas color tabaco, deshilachadas, adornadas de piel blanca muy sucia y raída. Bajó a la cocina, se preparó una taza de Nescafé y se lo tomó mojando muchas galletas. Encima de la mesa había unas mondaduras de manzana y las envolvió en un papel de periódico, con destino a unos conejos que no le habían traído todavía, pero que le había prometido el lechero”.
En esta novela epistolar, Ginzburg cose con maestría asuntos como la relación entre generaciones y la lejanía del ser humano, escribiendo una suerte de tratado sobre los sentimientos, la soledad y el vacío existencial.
Gracias por recordarnos a Natalia Ginzburg, y su forma de hacer universal y tan atractivo lo cotidiano.
ResponderEliminarGracias a ti por seguirme en este blog. Es un placer poder compartir inquietudes contigo.
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