lunes, 8 de febrero de 2021

Natalia Ginzburg: tres comienzos de libros de una autora singular

(Más sobre Natalia Ginzburg)

Firma invitada, Luis Fermín Moreno

@fathermarch

Dicen que García Márquez escribió uno de los mejores comienzos de libros de toda la historia en su novela Cien años de soledad. Sin ser tan atrevido, me gusta mucho cómo empieza sus obras Natalia Ginzburg (1916-1991), una autora comprometida, una intelectual comunista que, con la palabra, combatió el fascismo en la Italia de Benito Mussolini y en la dura posguerra.

Una escritora feminista que junto a sus amigos Cesare Pavese (1908-1950) y Giulio Einaudi (1912-1999), además de su primer marido, Leone Ginzburg (1909-1944), participó en la fundación y desarrollo de la editorial Einaudi. Cuando murió, en 1991 en Roma, Ginzburg tenía 75 años y había publicado diez novelas, cuatro obras de teatro y siete libros de ensayo.

1.- SAGITARIO reúne tres novelas breves y se inicia con la titulada Así fue, que se publicó originalmente en 1947 y es un relato en primera persona donde la protagonista cuenta los motivos que la llevaron a asesinar. Una historia de amor imperfecto y doloroso, de destrucción y anulación individual.

Comienza así:

“-Dime la verdad –le dije.

-Qué verdad –dijo, mientras dibujaba algo deprisa en su cuaderno y me enseñaba lo que era, un tren muy largo con una gran nube de humo negro y él asomado a la ventanilla y saludando con un pañuelo.

Le disparé entre los ojos.

Estas pocas frases sirven perfectamente de presentación al libro y revelan cómo leer a Ginzburg implica navegar por un mar de detalles insignificantes, sumergirse en procelosas descripciones de la más simple cotidianidad, con los que la autora disecciona la vida íntima y privada de personajes femeninos y masculinos, las preocupaciones anodinas de las madres de la época, poniendo marco al costumbrismo italiano de posguerra.

 

2.- EL CAMINO QUE VA A LA CIUDAD (1942) es la primera novela que publicó, cuando tenía sólo 25 años. Es una obra primeriza, y se nota, pero con todo, la historia de Delia y su afán por escapar de su hogar no decepcionan.

La escritora y ensayista Natalia Ginzburg (1916-1991).

Comienza así:

“El Nini vivía con nosotros desde que era pequeño. Era hijo de un primo de mi padre. Se había quedado huérfano y habría debido vivir con su abuelo, pero el abuelo le pegaba con una escoba y él se escapaba y venía a nuestra casa. Hasta que el abuelo murió y entonces le dijeron que podía quedarse con nosotros.

Sin el Nini éramos cinco hermanos. Mayor que yo era mi hermana Azalea, que estaba casada y vivía en la ciudad. Detrás de mí venía mi hermano Giovanni, después estaban Gabriele y Vittorio. Se dice que una casa en la que hay muchos hijos es alegre, pero yo no encontraba nada alegre en nuestra casa. Esperaba casarme pronto y marcharme como había hecho Azalea”.

Los párrafos con los que se abre la novela nos introducen en esa manera de narrar tan característica de Ginzburg, consistente en dosificar el distanciamiento y la complicidad con sus personajes, de un modo natural y sencillo.

Natalia Ginzburg en 1988, tres años antes de morir.

3.- QUERIDO MIGUEL (1973) es otra novela cuyo principio atrapa sin que nos demos cuenta:

Comienza así:

“Una mujer llamada Adriana se levantó de la cama en su nueva casa. Estaba nevando. Aquel día era su cumpleaños. Cumplía cuarenta y tres. La casa estaba en pleno campo. A lo lejos se veía el pueblo sobre una pequeña colina. El pueblo estaba a dos kilómetros. La ciudad a quince. Hacía diez días que la mujer se había venido a vivir a esta casa. Se puso una bata de encaje color tabaco.

Metió los pies, largos y flacos, en unas pantuflas color tabaco, deshilachadas, adornadas de piel blanca muy sucia y raída. Bajó a la cocina, se preparó una taza de Nescafé y se lo tomó mojando muchas galletas. Encima de la mesa había unas mondaduras de manzana y las envolvió en un papel de periódico, con destino a unos conejos que no le habían traído todavía, pero que le había prometido el lechero”.

En esta novela epistolar, Ginzburg cose con maestría asuntos como la relación entre generaciones y la lejanía del ser humano, escribiendo una suerte de tratado sobre los sentimientos, la soledad y el vacío existencial.

2 comentarios:

  1. Gracias por recordarnos a Natalia Ginzburg, y su forma de hacer universal y tan atractivo lo cotidiano.

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  2. Gracias a ti por seguirme en este blog. Es un placer poder compartir inquietudes contigo.

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