(Viene de 'Por qué leer a Yourcenar...')
Decía en el artículo anterior que Carmen Laforet rompió muchos moldes al entrar por la puerta grande en el mundo editorial con solo 23 años y ganar el primer premio Nadal (1944) con su novela Nada. Pero luego no supo ni pudo hallar su hueco como escritora (ni tampoco como mujer, me temo) en la recatada España de posguerra.
Desapareció de escena empujada quizá por no saber digerir las malas críticas a sus siguientes obras: La isla y los demonios (1950) y La mujer nueva (1955), que decepcionaron. Los problemas personales, con crisis psicológica y matrimonial incluidas, se convirtieron en enemigos de la autora. El suyo fue un retiro que parecía provisional y que se convirtió en definitivo. No es un caso aislado, pero sí muy llamativo.
Como lectora de Laforet, les tengo mucho cariño a La insolación y Al volver la esquina, las dos primeras novelas de la trilogía inacabada Tres pasos fuera del tiempo. También me parecen interesantes las Siete novelas cortas publicadas por Menos Cuarto Ediciones; historias que se desarrollan en la posguerra, tiempo que circunscribe y es circunstancia de todos los personajes, incluida la narradora.
Natalia Ginzburg (1916-1991) fue una autora comprometida, una intelectual comunista que combatió el fascismo de Benito Mussolini con la palabra. Junto a sus amigos Cesare Pavese (1908-50) y Giulio Einaudi (1912-99), además de su primer marido, Leone Ginzburg (1909-44), fundaron e impulsaron la editorial Einaudi, donde todos publicarían sus primeras obras. Cuando Natalia Ginzburg murió, en Roma en 1991, tenía 75 años y había publicado diez novelas, cuatro obras de teatro y siete libros de ensayo.
Ginzburg me intriga y me parece inspiradora por el modo en el que borda la crónica familiar y la forma en la que cose y plancha las glorias y miserias del alma, sobre todo la femenina. Y porque lo hace con una prosa limpia de pirotecnia. Me cautivan sus historias con atención al detalle, al instante y a las fisuras de lo real.
Las palabras de la noche (1961) es la primera novela suya que leí, en el verano de 2004. La compré en la feria del libro de Madrid, donde tantos años había visto firmar a mi admirada Carmen Martín Gaite (1925-2000), que no solo había traducido al castellano la novela de Ginzburg Querido Miguel, sino que tenía a la italiana entre sus autoras preferidas.
Carmen Laforet a principios de los años cincuenta, cuando aún no se había retirado de la escena literaria. |
Como lectora de Laforet, les tengo mucho cariño a La insolación y Al volver la esquina, las dos primeras novelas de la trilogía inacabada Tres pasos fuera del tiempo. También me parecen interesantes las Siete novelas cortas publicadas por Menos Cuarto Ediciones; historias que se desarrollan en la posguerra, tiempo que circunscribe y es circunstancia de todos los personajes, incluida la narradora.
Natalia Ginzburg (1916-1991), escritora e intelectual italiana que combatió el fascismo con la palabra. |
Ginzburg me intriga y me parece inspiradora por el modo en el que borda la crónica familiar y la forma en la que cose y plancha las glorias y miserias del alma, sobre todo la femenina. Y porque lo hace con una prosa limpia de pirotecnia. Me cautivan sus historias con atención al detalle, al instante y a las fisuras de lo real.
Carmen Martín Gaite (foto de 1999, un año antes de morir) tradujo 'Querido Miguel', de Ginzburg. |
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