jueves, 4 de enero de 2018

Cuatro propósitos y un incumplimiento para 2018

(Más sobre ausencias en Año Nuevo y sobre insolaciones)


Saco mi bola de pitonisa para hacer una predicción: cuando el recién estrenado año 2018 se termine de abrochar la cremallera y de por cerrado su periplo estelar habrá sobre mi conciencia un seguro incumplimiento y cuatro – espero - cumplidos buenos propósitos, tan rollizos estos últimos como gordezuelos bebés alimentados con lunas de algodón.

Cuatro propósitos:

-Fantasear con la realidad sin dejar de perseguir las fantasías realizables me parece un propósito ideal para todas las estaciones del año, aunque mi yo leonino codicia los climas abrasadores, la luz cegadora, los vaivenes del verano, la insolación. 

 -Evaluar la impotencia ajena con algo menos de severidad de la que empleo al tomar la medida de mi propia incapacidad.

-Ligar las ausencias con arcilla y agua pura hasta formar una mezcla tan resistente como el molde de fundición, pero a la vez tan ligera que cada día sea más residual la capa de abandono que dejan las ilusiones sin cristalizar.

-Intermediar entre mi escepticismo y mis ganas de creer para así poder plantar en mi rostro, siquiera sea fugazmente, la mejor de mis sonrisas ilusionadas cuando la infelicidad, propia o ajena, me venga a visitar.

Y un incumplimiento:

-Zambullirme de una vez por todas en el mundo frenéticamente adictivo de los amantes del deporte, los mesías de las gimnasias variadas y los sacerdotes de las disciplinas estoicas de comunión cuerpo-mente-alma. Sí, estoy bastante segura de que este año 2018 tampoco comenzaré a hacer deporte.

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