(Más sobre Hiromi Kawakami y sobre Yoko Ogawa)
Estoy leyendo De pronto oigo la voz del agua (Alfaguara @AlfaguaraES), la última novela de la japonesa Hiromi Kawakami (1958), una autora que me atrapó hace años con sus historias intimistas de amor, familia, esperanzas perdidas y secretos que se cobijan bajo una frágil normalidad. Historias aparentemente sencillas, pero llenas de emoción, que se ven amplificadas por una prosa delicada, casi poética, y una narración plagada de notas de realidad alterada en la que también brotan el dolor, el desgarro, la oscuridad.
De Hiromi Kawakami he leído Algo que
brilla como el mar (2003;
Acantilado, 2010), donde el eje de la historia es Midori, un joven que
experimenta desde la perplejidad su paso a la edad adulta. Vive rodeado de
mujeres peculiares y su día a día bascula entre tres polos: uno que forman su
madre y su abuela; un segundo que ocupa su desastrado padre no reconocido; y el
tercero, su amigo Haneda, cuya última singularidad consiste en vestirse de
mujer.
También leí hace años Manazuru (2006; Acantilado, 2013), cuya peripecia argumental me decepcionó un poco; y El señor Nakano y las mujeres (2005; Acantilado, 2012), interesante miniuniverso con el amor, la soledad y el sexo como vértices.
La novela más famosa de Hiromi Kawakami es 'El cielo es azul, la tierra blanca'. |
Y, por
supuesto, he leído su primera novela publicada en España, El
cielo es azul, la tierra blanca (2001; Acantilado, 2009), una historia de amor que huye de las convenciones para crear un universo de
dos en el cual se oyen hasta los silencios. Sigue siendo la que más me gusta de Kawakami.
Esta historia íntima mete al lector en la piel de Tsukiko (una mujer emancipada y autónoma, de 38 años) y su viejo maestro de japonés; dos personas solitarias que han renunciado a sentir demasiado, para no sufrir. Pese a ello, no hay en la novela concesión alguna a la tristeza o la desesperación, aunque tanto la mujer como el hombre finjan estar curados de decepciones, cuando la realidad es que están deseando amar y buscan, sin buscar, el reflejo del otro que les devuelva su singularidad.
Yoko Ogawa se dio a conocer en todo el mundo con 'La fórmula preferida del profesor'. |
Otra autora japonesa muy interesante es Yoko Ogawa (1962), muy dada a introducir elementos ambiguos y notas intrigantes en el relato, que mantienen al lector en estado de alerta pues en cualquier momento puede suceder algo que trastorne la narración. Las protagonistas de Ogawa son casi siempre mujeres, acogotadas o en proceso de liberación de los corsés de la muy machista sociedad japonesa.
Yoko Ogawa: su última novela es 'La policía de la memoria'. |
Después de leer La fórmula... llegaría Los tiernos lamentos, un regreso al refugio en el bosque, al aislamiento para superar situaciones perturbadoras con recuso al trío amoroso de por medio. Y a continuación, leí Perfume de hielo, que sigue a la periodista Ryoko hasta Praga para averiguar por qué se suicidó su novio, del que apenas sabía nada pese a llevar un año viviendo juntos. Esta última novela me decepcionó un poco.
Lo último que he leído de Ogawa es La niña que iba en hipopótamo a la escuela, novela de buen gusto y sutileza. La protagonista es la prima de la niña que monta en hipopótamo, suyos son los ojos y los labios que nos relatan la historia de un curso escolar en el que se mudó a vivir a una mansión en el campo con la familia de su tía. Allí descubrirá el valor de los lazos sanguíneos y de las raíces.
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