miércoles, 29 de agosto de 2018

Homenaje a Muñoz Rojas y su siglo de lucidez entre versos y olivares


(Más sobre Antequera y varios poemas: Cielo espejo del agua)

El próximo mes se cumplirán nueve años del fallecimiento de José Antonio Muñoz Rojas, poeta y prosista nacido en Antequera el 9 de octubre de 1909 y muerto el 28 de septiembre de 2009, cuando estaba  a punto de cumplir los cien años.

Un jovencísimo José Antonio
Muñoz Rojas
(1909-2009).
Su primer libro, Versos de retorno, vio la luz en 1929, y desde entonces se afanó en producir una obra que cubre con creces tres cuartas partes del siglo XXMuñoz Rojas pasó sus últimos días en su refugio malagueño, llamado la Casería del Conde (“una casa alta sobre un alcor, junto a un son de agua”, escribió Vicente Aleixandre), un cortijo entre olivos. El escritor vivía rodeado de las tierras a las que tanto cantó y que dieron título a Las cosas del campo, quizá su obra más conocida, que fue elogiada por Dámaso Alonso como “el libro de prosa más bello y más emocionado que yo he leído desde que soy hombre”.

Muñoz Rojas hablaba en sus libros de
la grandeza de las pequeñas cosas.
Cualquier otro habría tenido el 9 de octubre de 2009 enmarcado en grandes letras. Muñoz Rojas no; él confesaba sin ambages que no le ilusionaba cumplir cien años. En una de sus últimas entrevistas aseguraba: “Es absurdo llegar a esta edad. El mundo ha cambiado mucho. Antes la vida era más entretenida, más intensa, el tiempo pasaba más lento" (El País, 20-02-09). Quizá recordaba con nostalgia sus tiempos de lector en la Universidad de Cambridge, donde germinó su amor por John Donne, Richard Crashaw o William Wordsworth, a quienes tradujo al castellano. O tal vez rememoraba a amigos desaparecidos como Prados, Altolaguirre, Aleixandre, Alonso, Salinas, Guillén… O quién sabe si añoraba sus andanzas de Antequera a Tokio, de Río a Venecia, que narró en Dejado ir.

La grandeza de lo pequeño
Hombre inteligente y culto, Muñoz Rojas hablaba con devoción de la grandeza de las pequeñas cosas. Lo hizo en Las musarañas (1957) con el relato íntimo y fantasioso de su infancia antequerana. Y en Objetos perdidos, que le valió en 1998 el Premio Nacional de Poesía. En sus últimos años apenas escribía: “Después de tanto tiempo, uno no sabe para qué sirve hacerlo". (El País, 20-02-09). Pero ni la modestia al hablar de sí mismo, ni el cansancio o el dolor impiden reconocer en estas frases la lucidez de quien cultivó el verso como un humilde jardinero.

Las cosas del campo
El mejor homenaje que podemos hacer a Muñoz Rojas es leer sus obras. Hace tres años, Renacimiento publicó una edición de Las cosas del campo, con prólogo de Luis Landero. Y en Pre-Textos, la editorial que redescubrió al poeta en su avanzada vejez, hay mucho material. También la Junta de Andalucía ha editado su Obra completa en verso. Y existe, además, otra joya para conocer a Muñoz Rojas: el documental El poeta sin tiempo, cuyo trailer puede verse en YouTube:




y completo en Vimeo: https://vimeo.com/42686945 . 

Es preciso leer y releer sus obras y maravillarse ante pasajes como éste: “Año tras año, sol a sol, surco a surco, se va el hombre atando a la tierra, enterrándose en ella. Andamos sobre sus sudores, sobre sus ilusiones y sobre sus huesos. Por eso tiemblo algo cuando voy por estos campos, por eso canto. Y tengo miedo de no poder acabar una vez comenzado. Empiece por donde empiece, no acabaré. Se me quedará la canción a medio camino, entre los labios. Pero la tierra la seguirá cantando” (Del prólogo a Las cosas del campo, fechado en Casería del Conde, 1946.)

Escultura homenaje a Muñoz Rojas en Antequera. El escritor conversa con
el pintor José María Fernández (1881-1947), también ilustre antequerano.

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