Firma invitada: Luis Fermín Moreno
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'La Virgen, el Niño y santa Ana' (Leonardo da Vinci, Museo Louvre). |
Siempre me ha parecido que lo
grandioso de la Navidad es que Dios decide hacerse inútil. Un niño recién
nacido, un ser humano sin formar, totalmente indefenso y dependiente. Con todo
por hacer en el futuro; pero la inacción absoluta en el presente. Esto, que
podría parecer un misterio o un capricho más de las alturas, resulta totalmente
lógico en estos días, y hasta reconfortante para encarar con ánimo el próximo
2017, que se anuncia rudo y al que muchos auguran un cúmulo imparable de
desgracias en forma de populismos, violencias, insultos, pobrezas, victorias
madridistas y otras negruras parecidas.
Lo explica muy bien, sin
teologías ni menciones divinas, el filósofo italiano Nuccio Ordine en su breve ensayo La utilidad de lo inútil (Acantilado), que,
pese a su título, no tiene desperdicio. El libro está compuesto a manera de
florilegio de citas de autores como Petrarca, Kant, Leopardi o Calvino, que
son, en realidad, otros tantos buenos propósitos. Todos estos aforismos
convergen en una única y clara convicción: los amantes de la literatura y del
conocimiento tenemos derecho a rechazar cualquier obligación de rendimiento
inmediato, cualquier finalidad puramente práctica.
Lo mismo vale para el progreso:
la mayoría de los descubrimientos que han hecho avanzar a la humanidad fueron
obra de personas animadas simplemente por su curiosidad, escribió en 1939 el
pedagogo estadounidense Abraham Flexner. Y Ordine concluye que es
precisamente en los periodos de crisis, en los que triunfan “el utilitarismo y el egoísmo más siniestro”,
cuando más hay que reafirmar el valor de los actos que ignoran la lógica del
aprovechamiento.
Así que, conservemos esto en
mente: el pensamiento es más fecundo cuanto más fútil parece. Es su propia
gratuidad la que da valor a nuestras vidas. Relajémonos, ignoremos amarguras y exprimamos
bien este año que se quieren ya cargar.
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| Mirar la sombra de las nubes, ¡bendita inutilidad! |
¿Cómo? Mirando la sombra de las
nubes; no queriendo mal a nadie; poniendo días oasis en nuestras vidas;
vagabundeando al ritmo de nuestros humores; aceptando las desgracias para
deshacernos de ellas; ejercitando el libre albedrío; olvidando los relojes; fomentando
las ideas absurdas; sacando el jugo a la soledad; estando dispuestos a servir; despreciando
la comodidad, el dinero y la reputación…
Esta Navidad, ¡hagamos voto de inutilidad…
para ser útiles!
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